Un samurái le pidió a un maestro que le explicara la diferencia entre el cielo y el infierno. Sin responderle, el maestro se puso a dirigirle gran cantidad de insultos. Furioso, el samurái desenvainó su sable para decapitarle.
_He aquí el infierno_ dijo el maestro antes de que el samurái pasara a la acción. El guerrero, impresionado por estas palabras se calmó al instante y volvió a enfundar el sable.
Al hacer este último gesto, el maestro añadió: _He aquí el cielo.
Al entrar en determinados estados, nos creamos nuestro propio infierno, así como al entrar en otros estados nos creamos nuestro propio paraíso. El infierno y el paraíso dependen de nosotros.
El dedo y la luna.
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